(Mapi Aramendia)
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Domingo 27, 4º día de Marcha. A dormir al Polideportivo
Este 4º día fue sin duda prolijo en emociones y experiencias.
Salimos de Collbató a las 10 de la mañana en pleno auge del mercadillo de los domingos. Collbató está a las faldas del Montserrat y su mercadillo tiene merecida fama por los productos típicos de la tierra: miel, quesos, embutidos. Es un batiburrillo de gente que esta mañana contempló la Marcha de los inmigrantes y pudo conocer de primera mano sus reivindicaciones.
Los más de 500 dípticos que elaboramos cada día se quedaron francamente cortos por el interés que despertamos. Los marchantes fueron también presos del natural entusiasmo no solo por la cantidad de gente que se agolpaba a su paso sino por la cercanía de la montaña mágica. Y como siempre los de Nepal a la cabeza marcando el paso, así llegamos a Madrid en un santiamén.
El recorrido de hoy era accidentado. Había que atravesar el coll del Bruc y se planteaba el dilema de si trepar a la montaña o atravesar un túnel de más de mil metros en la nueva A-2. Los Mossos estaban preocupados por nuestra seguridad, pero nosotros estábamos seguros de nuestra responsabilidad y deseosos de ahorrarnos una escalada inútil por una carretera que nadie pasa y solo podrían oírnos los conejos. Como dijo un compañero somos inmigrantes y trabajadores y sabemos cuidar de nosotros mismos.
Al final, en fila india y por el arcén, atravesamos el túnel. Los coches que pasaban, al vernos hacían sonar sus bocinas y el túnel se convertía por unos minutos en un alborozado griterío contra la Ley de Extranjería. Cansarnos nos cansaremos pero desde luego no nos aburriremos.
Tras el túnel fuimos a comer a Castelloli, al parque junto a su Iglesia. Y la comida de este día fue diferente. Se notó el cambio ahora que cocinaban los sudamericanos, con las ollas de los cubanos, las especies de los colombianos y alguna que otra mano de los bolivianos, nos comimos un sancocho para chuparse los dedos. Y de postre vino en nuestro auxilio un vecino que nos donó varias cajas de uvas de su reciente vendimia. El también compartió nuestro cocido que le ofrecimos, no era para menos.
A eso de las 6 de la tarde estábamos entrando en Igualada. Atravesamos el pueblo como siempre entregando propaganda e informando de nuestros motivos. No solamente marchamos en castellano sino en árabe, en urdú, hasta en quechua. Y claro los marroquíes de Igualada y algunos pakistaníes se agolpaban para vernos y escuchar en su idioma natal las preocupaciones mutuas.
Estaba previsto que pasásemos la noche en un local de la CNT de Igualada. Desde luego estos anarquistas están dando el do de pecho y han sido hasta ahora los que han ido garantizando el sitio para dormir. Pero parece que se han picado los Ayuntamientos y, sorpresa, nos vino a buscar la policía municipal para conducirnos al Polideportivo de Igualada.
Aquello era una maravilla. Había duchas de agua caliente para todos y todas. La Cruz Roja montó más de 50 camas, si camas con su somier y su manta, no colchonetas. Un equipo médico nos revisó a casi todos y dio buenos masajes a muchas piernas cansadas. Bueno, como decían ellos, nada anormal, así debería ser en todas partes, las cosas publicas son para el público, para el pueblo y no para que se apolillen o solo las usen algunos.
Ahora parece que los Ayuntamientos han reflexionado y entre las gestiones de algunos compañeros y la colaboración de la Cruz Roja tendremos la cama y la ducha asegurada al menos hasta Lleida. Falta nos hace pues nos quedan casi 600 kilómetros. A ver si los pueblos de Aragón y Castilla siguen el ejemplo de estos paisanos catalanes que están dando buenas muestras de solidaridad.
Comisión Técnica en la Marcha por la Igualdad
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